Los Obispos de México enviaron un mensaje este miércoles en el que dicen “¡Basta ya!” de sangre, de muertes y de desapariciones en el país. En el pronunciamiento de la Conferencia del Episcopado mexicano -en el que participaron los obispos- los religiosos enviaron su solidaridad con los familiares de las víctimas de Ayotzinapa, y advirtieron que la situación de inseguridad no sólo ha empeorado, sino que ha desatado una verdadera crisis nacional.
“¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza”, inicia el documento enviado por los obispos, en el que además se solidarizaron con los familiares y amigos de las víctimas de Tlatlaya e Iguala, que “se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país.”
Además. los obispos se sumaron al “clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse”.
“Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades”, continúa el texto.
Esta “situación dolorosa”, consideraron los obispos en el marco de su 98 Asamblea Plenaria, tiene que ser atendida por todos los mexicanos, cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad.
“En medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades.
“Es necesario pasar de las protestas a las propuestas. Que nadie esté como buitre esperando los despojos del País para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos”, indica.
Para los obispos, México está en un momento crítico en el que se juega una auténtica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes y la educación, así como el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones.
Es urgente, consideraron, que la ciudadanía acompañe y participe en la construcción del bien común, y que el Estado garantice orden institucional y administración de justicia que genere confianza.
“Sin el acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad civil, el poder se queda en manos de pocos”, señalaron.
Fuente: www.animalpolitico.com