BEIJING, China, nov. 12, 2014.- El histórico acuerdo entre China y Estados Unidos sobre cambio climático marcó este miércoles el final de la visita a Pekín del presidente estadounidense, Barack Obama, en la que el mandatario norteamericano ha dado prioridad a mejorar su relación con el líder chino, Xi Jinping, pese a sus diferencias.
“Se trata de un hito en las relaciones entre China y Estados Unidos”, dijo este miércoles Obama al anunciar el acuerdo junto a Xi en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, la sede del Legislativo chino.
En virtud del mismo, China se comprometió a que sus niveles de emisiones de efecto invernadero alcanzarán su nivel máximo en 2030 para comenzar a reducirse, y Xi anunció que en ese año un 20% de la energía producida en su país procederá de fuentes limpias y renovables.
Mientras, Estados Unidos reducirá sus emisiones para 2025 entre un 26 y un 28 por ciento con respecto a los niveles de 2005, lo que supone el doble del recorte previsto entre 2005 y 2020.
Aunque se trata de un anuncio inaudito por parte de los dos mayores contaminantes del planeta, que hoy también prometieron consenso para la cumbre internacional sobre cambio climático que se celebrará en París el próximo año, no convence plenamente a todos.
La organización Greepeace del Este de Asia emitió después un comunicado en el que, si bien reconoce el esfuerzo diplomático de Pekín y Washington en los últimos meses para lograr el compromiso, añade que “debería ser sólo el comienzo y no el límite de sus acciones conjuntas”.
El anuncio, lanzado mientras un cielo azul brillaba en Pekín -cortesía de las extremas medidas preventivas del Gobierno chino para ahuyentar la contaminación durante la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, los días 10 y 11)-, eclipsó los otros asuntos tratados por los líderes.
Entre ellos, su decisión de reducir las tarifas sobre los bienes electrónicos en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) o el pleno consenso, anunciado hoy también, sobre la desnuclearización de Corea del Norte.
También debatieron acerca de asuntos internacionales como la lucha contra el Estado Islámico (EI), las medidas contra el ébola, la situación en Afganistán, la crisis nuclear iraní o el conflicto en el este de Ucrania, en los que se prevé que sus posturas no fuesen muy dispares, sobre todo en cuanto a la lucha contra el terrorismo.
Así lo aseguró hoy Xi en su intervención junto a Obama, al subrayar la unidad de las potencias en “combatir todas las formas de terrorismo”, cuando China responsabiliza a grupos independentistas de la región noroccidental de Xinjiang (hogar de la etnia uigur) de la violencia existente en esa zona.
Por su parte, Obama, tras reconocer a Tíbet como parte de China y sin referirse directamente a Xinjiang (donde la comunidad uigur asegura estar reprimida por parte de las autoridades), dijo que “la Historia muestra que las naciones que protegen los derechos de las minorías étnicas y religiosas son sociedades más prósperas”.
Fue una de las pocas declaraciones de Obama acerca de cuestiones controvertidas, entre ellas las protestas prodemocracia de Hong Kong, de las que desvinculó a Estados Unidos, o el ciberespionaje industrial, del que sólo dijo haber pedido a las autoridades comunistas que respeten la propiedad intelectual.
De forma más genérica, Obama afirmó haber intercambiado puntos de vista con Xi acerca de los derechos humanos, mientras el presidente chino defendió la evolución en su país en ese aspecto.
No hizo tampoco gran hincapié en los conflictos territoriales que China mantiene con los países vecinos, entre ellos con su aliado Japón (con el que Estados Unidos mantiene un Tratado de Defensa Bilateral), pero sí felicitó a Xi por su encuentro con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, el lunes, tras dos años de tensiones diplomáticas.
Primó, por lo tanto, la aparente sintonía, tras dos extensas reuniones -una más informal ayer y la oficial de hoy- que buscan “mejorar la confianza mutua, estabilizar las relaciones bilaterales y buscar un mapa de cooperación para dar contenido al denominado nuevo tipo de relaciones entre potencias”, explicó Cheng Xiaohe.
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Cheng, director adjunto del Centro Estratégico de Estudios Internacionales de China de la Universidad de Renmin, considera que “ambos han intentado forjar un área de entendimiento común y restar importancia a sus desacuerdos”.
“Creo que es justo decir que hay diferencias entre Estados Unidos y China en varios asuntos”, admitió Obama, quien, tras haber sido desacreditado por la prensa oficial china por su fracaso electoral, se definió como “un creyente en las acciones y no en las palabras”.
“Y es un hecho que, cuando trabajamos juntos, es bueno para Estados Unidos, es bueno para China y es bueno para el resto del mundo”.
Fuente: www.noticieros.televisa.com