La cumbre APEC, el inicio del deshielo entre China y Japón

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Ciudad de Pekin, China.- La importancia de la reunión del organismo de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) en Pekín no consiste tanto en lo que está en la agenda como en lo que sucede en las líneas laterales, considera Kevin Rudd, ex primer ministro de Australia, en un texto publicado en el portal Project Sindicate.

 

Las reuniones entre el presidente de China, Xi Jinping, y el presidente estadounidense, Barack Obama; así como las reuniones de Xi con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, son de las que se tienen más expectativas. Estas relaciones bilaterales constituyen gran parte del trasfondo estratégico de la seguridad de Asia Oriental en un momento en que la estabilidad geoestratégica a largo plazo de la región ha sido cuestionada.

 

La realidad es que la región de Asia-Pacífico cuenta con un grupo de rápida globalización de las economías que encabezan un conjunto de tensiones nacionales. Esa contradicción es importante para el mundo entero, ya que la región representa alrededor del 60% de la producción mundial. Económicamente hablando, donde el camino que Asia siga en el futuro, será el camino que siga el mundo.

 

Pero Asia es el hogar de una multiplicidad de conflictos territoriales sin resolver. Es el epicentro de las tensiones subyacentes derivadas del ascenso de China y su impacto en Estados Unidos, el poder establecido de la región desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, muchas de las disputas territoriales de la región son de China contra aliados de Estados Unidos.

 

En términos más generales, las grietas de la región son endémicas: una península coreana dividida; las disputas territoriales entre Rusia y Japón, China y Corea, y China y Japón; las circunstancias únicas de Taiwán; y reclamaciones de Derecho marítimo en conflicto en el Mar del Sur de China que participan China, Filipinas, Indonesia, Brunei, Malasia, Vietnam y Taiwán. Hay también de larga data disputas fronterizas entre China y la India, y entre India y Pakistán, un aliado de China.

 

Como si eso no fuera lo suficientemente preocupante, Asia se ha convertido en el próximo bazar mundial de armas, con los gastos militares en la región ahora más altos que en Europa. Por otra parte, seis estados asiáticos tienen armas nucleares.

 

Tanto el tono como el contenido de la relación entre China y Estados Unidos son causa de alerta. China alega que es objeto de una política de aislamiento y contención de la Unión Americana. Apunta a la estrategia de “reequilibrio” de Estados Unidos, apoyo a militares y diplomáticos a los países con los que China tiene disputas territoriales bilaterales, y el apoyo a Japón como un precursor de lo que China considera la posibilidad de rearme japonés.

 

Los chinos ven también el equivalente comercial de contención en la propuesta por Estados Unidos de la Asociación Trans-Pacífico, que incluye a Japón pero excluye a China. Por otra parte, los líderes chinos apuntan a lo que considera como intrusiva diplomacia estadounidense de derechos humanos destinado a fomentar la protesta política dentro de China (incluyendo Hong Kong) y socavando la legitimidad interna del régimen.

 

Estados Unidos, no es de extrañar, desdeña estas afirmaciones. Para empezar, sostiene que los diversos Estados de Asia Oriental han buscado el apoyo estadounidense, debido a sus preocupaciones colectivas sobre China. Además, la Unión Americana insiste en que no está conteniendo a China; por el contrario, el ascenso económico del gigante oriental ha sido facilitado por el acceso a los mercados estadounidenses y mundiales.

 

En materia de derechos humanos, abunda Rudd, Estados Unidos sostiene que hay diferencias fundamentales entre las tradiciones políticas de los dos países y los sistemas actuales. Pero, en la opinión estadounidense, esto es muy diferente de una estrategia nacional organizada para socavar al Estado chino y sus instituciones.

 

Por estas razones, el déficit estratégico de confianza bilateral está creciendo. Xi ha avanzado en lo que describe como un “nuevo tipo de gran relación de poder”, que trata de evitar lo que otros han llegado a la conclusión de que es inevitable: un conflicto a largo plazo entre una potencia emergente (China ) y el poder establecido (Estados Unidos).

 

Es imprescindible que ambas partes traten de aminorar el déficit de confianza, afirma Kevin Rudd. Si lo hacen, será necesario crear un marco de “realismo constructivo.”

 

Dicho marco abarca realismo acerca de las áreas de contención definido por los intereses nacionales en conflicto significativos y los valores. Estos temas simplemente deben gestionarse pacíficamente a través del tiempo, hasta que el capital político suficiente ha sido creado en el resto de la relación para hacer frente a ellos directamente.

 

Al mismo tiempo, es “constructivo” en el sentido de identificar áreas de suficientes elementos comunes para crear nuevos bienes públicos, tales como los tratados bilaterales de inversión, una península de Corea no nuclear y un acuerdo global sobre el cambio climático. Un enfoque realista constructivo también debería comenzar a esbozar las líneas generales de concepto de “seguridad común” para el este de Asia.

 

Las perspectivas para las relaciones entre China y Japón parecen mejores. Hace apenas unos meses, la relación bilateral se había hundido debido a un cóctel tóxico por disputas territoriales sobre las islas Diaoyu / Senkaku y los temores chinos sobre el rearme japonés.

 

Pero ahora ambos gobiernos parecen haber reconocido el creciente riesgo de un conflicto en los mares y el espacio aéreo alrededor de los territorios en disputa, dada la gran concentración de activos navales y aéreos en un espacio limitado y la ausencia de protocolos eficaces para gestionar los incidentes y evitar una escalada. Ambas partes han llegado a la conclusión de que el conflicto armado sería desastroso.

 

Además, ambos países enfrentan una creciente incertidumbre económica, y ambos han reconocido la necesidad de eliminar los principales obstáculos políticos a la expansión del comercio y las inversiones bilaterales. Por estas razones, si no hay problemas diplomáticos de último minuto, la Cumbre de la APEC podría representar el inicio de un deshielo formal en las relaciones entre China y Japón.

 

APEC, una iniciativa que se puso en marcha hace 22 años, fue concebida originalmente como un foro exclusivamente económico. Ahora se ha convertido en un foro anual para discutir sobre cuestiones fundamentales de la estabilidad estratégica a largo plazo. El futuro de la economía de la región y la economía mundial serán poderosamente influidas por el resultado de estas deliberaciones.

 

 

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