Cuando la reforma energética de México fue promulgada en agosto, Emilio Lozoya, director general de Petróleos Mexicanos, estableció una meta para el gigante petrolero estatal que hasta hace poco habría parecido irrealista: recuperar su posición como la mayor empresa de América Latina.
Para Pemex, como se conoce a la compañía, eso significa superar a Petróleo Brasileiro SA, o Petrobras, que ocupa el primer lugar en ventas y tiene sus propios planes de expansión.
Petrobras ha sido la estrella del sector energético de la región durante una década debido a su capacidad técnica, producción en aumento y activos internacionales. La producción petrolera de Pemex, en cambio, ha estado cayendo por 10 años consecutivos a medida que los yacimientos en aguas poco profundas de la empresa declinaron y gran parte de su presupuesto de inversión fue destinado a explotar crudo de otros campos.
Los analistas de la industria están tomando a Lozoya en serio tras la aprobación de la nueva legislación energética en México, que le permitirá a Pemex asociarse con compañías extranjeras privadas por primera vez en sus 76 años de historia.
Con las nuevas leyes, el futuro de Pemex empieza a verse más prometedor en momentos en que el gobierno brasileño, que posee una participación controladora en Petrobras, se está apoyando en su petrolera para financiar costosos subsidios e inversiones en yacimientos altamente complejos que acarrean enormes cantidades de deuda.
Pemex finalmente tendrá la libertad y el financiamiento para explotar aguas profundas en el Golfo de México, donde ha perforado algunos pozos que aún no están en producción comercial. Por mucho tiempo, la empresa ha querido asociarse con grandes petroleras que han extraído vastos recursos de crudo y gas en el lado estadounidense del Golfo, pero tenía prohibido hacerlo hasta antes de los cambios en la Constitución el año pasado. “México tiene buenas oportunidades con recursos convencionales de alta calidad en altamar”, dijo Michelle Foss, economista en energía de la Universidad de Texas. “Con buenos controles de costos, Lozoya puede tener el oro y el moro”.
Compartir una frontera con Estados Unidos también ayuda.
“México tiene muchas ventajas sobre Brasil por una simple proximidad geográfica”, señala José Valera, socio de la firma de abogados Mayer Brown en Houston, mencionando la familiaridad de la geología y el fácil acceso para empresas con sede en Houston.
Aunque las nuevas reglas de México exponen a Pemex a la competencia tras casi ocho décadas como monopolio, también la libera del férreo control del gobierno. Pemex ya no tendrá que subsidiar el combustible, tendrá más control sobre el presupuesto de inversión y en un tiempo su astronómica tasa tributaria será reducida.
Petrobras le sacó ventaja a Pemex cuando Brasil reformó sus leyes energéticas hace casi dos décadas. El país latinoamericano puso fin al monopolio en 1997, empezó a cotizar las acciones de la empresa en el mercado bursátil y la convirtió en experta en producción en aguas profundas.
La estatal brasileña superó a Pemex en ventas en 2007 y se ha mantenido primera desde entonces, con una facturación de US$141.000 millones en 2013 frente a US$123.000 millones de Pemex. La mexicana sigue llevando la delantera en producción de crudo, con alrededor de 2,4 millones de barriles diarios, frente a 2,1 millones para Petrobras.
Brasil prevé producir cuatro millones de barriles de crudo al día para 2020, en tanto México predice 2,5 millones de barriles diarios para 2025.
En los últimos años se ha producido lo que los analistas califican como una “contrarreforma” en el sector petrolero de Brasil, en la que el Estado está asumiendo un papel mayor en los asuntos de Petrobras, y ha sido responsable, en parte, de que el precio de su acción se haya reducido en más de la mitad desde fines de 2010. En sus campos masivos pre-sal, Petrobras debe tener al menos una participación de 30% en las concesiones y ser el operador. También está obligado a subsidiar el precio del combustible en Brasil, lo que le ha costado miles de millones de dólares.
Petrobras también ha estado envuelta en un escándalo de corrupción que involucra presuntamente a personas ligadas al Partido de los Trabajadores de la presidenta Dilma Rousseff, quien reconoció el sábado que había habido desvío de fondos públicos en Petrobras y se comprometió a reembolsar al país. La empresa dijo que estaba cooperando con las autoridades en la investigación.
Bajo las nuevas leyes petroleras de México, Pemex solo necesita tener una inversión mínima en cualquier campo cerca de las fronteras marítimas del país, y no necesita ser el operador en ninguna empresa conjunta. Ni siquiera tiene que participar en licitaciones futuras de bloques ofrecidos por el gobierno si no las considera como oportunidades extraordinarias. “Pemex ha estado esperando estos cambios durante décadas”, dijo Lozoya en una entrevista reciente. “Estamos comprometidos a asegurarnos de que siga siendo no solo la empresa más grande de México, sino que recupere el primer lugar en América Latina y que también sea un líder en el mundo”. Lozoya asumió el cargo a fines de 2012.
Ni Pemex ni Petrobras pueden hacerlo solas, dicen los analistas. Depende mucho de dónde decidan invertir las grandes petroleras y Brasil, hasta el momento, ha hecho un buen trabajo atrayendo esa inversión. Barclays señaló en un informe el viernes que la caída en los precios del crudo podría desacelerar la implementación de la reforma energética en México. Pero con los cambios, dicen analistas, será el turno de México de atraer a las empresas con grandes recursos.
“Las compañía siempre están buscando opciones por todo el mundo”, dice Guillermo Quintero, director de BP en Brasil. “Hay opciones. Pero eso no significa que BP está descartando a Brasil, de ningún modo. Todas las empresas siempre revisan su portafolio”.
Pål Eitrheim, director de Statoil en Brasil, dijo que el gigante petrolero noruego estaba interesado en ambos países. “México es uno de esos lugares que es realmente interesante para las empresas de crudo y gas, porque ofrece nuevas oportunidades”, dijo. “No lo miramos como opciones excluyentes, estamos analizando oportunidades allí además de Brasil”.
Fuente: The Wall Street Journal