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La concentración de contaminantes en el medio de cultivo puede incidir tanto en el desarrollo embrionario como a nivel cromosómico.
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El estudio, pionero en humanos, ha sido aprobado por la Comisión Nacional de Reproducción Asistida de España.
Ciudad de México, Noviembre 2017. IVI presentó un estudio que demuestra que la contaminación ambiental en los laboratorios de FIV puede incidir negativamente sobre los embriones. Esta investigación, que hasta el momento no se había llevado a cabo en humanos, pero sí en otros mamíferos, sirve como punto de partida para fijar las concentraciones máximas y garantizar la óptima calidad de los embriones durante los tratamientos de reproducción asistida.
El estudio se ha centrado en dos sustancias contaminantes: el benceno (se puede encontrar en el humo de tabaco, emisiones industriales y de automóviles; y dentro de un laboratorio puede estar presente en algunas pegamentos, plásticos, o muebles) y el limoneno (detergentes, perfumes, desodorantes, cremas, maquillaje, etc.).
Como asegura la Dra. María José de los Santos, responsable del laboratorio de FIV de IVI Valencia y una de las responsables del estudio, “el planteamiento inicial era, por una parte, probar qué concentraciones (aunque pequeñas) podrían ser perjudiciales para los embriones y, por otra, encontrar los límites de exposición diaria”.
Las conclusiones revelan que ambos contaminantes afectan negativamente a los embriones. El limoneno tiene un mayor efecto sobre el desarrollo embrionario, es decir, ante una alta exposición, menor es la probabilidad de que el embrión llegue a estadio de blastocisto, fase en la que se recomienda la transferencia para maximizar las probabilidades de embarazo. Una alta concentración de benceno, por su parte, incide a nivel cromosómico en el embrión y puede provocar anomalías que se traducirían en fallos de implantación y abortos.
Para la realización de este estudio, IVI ha contado, entre otros, con el permiso de la Comisión Nacional de Reproducción Asistida. “De modo experimental se han intentado reproducir artificialmente concentraciones en partes por millón dentro de los medios de cultivo, para comprobar si la presencia excesiva de esos contaminantes podría ser nociva”, explica la Dra. de los Santos.
Las concentraciones halladas en los laboratorios IVI son mínimas (muy por debajo del valor límite de exposición diaria de una persona) y, por lo tanto, no representan peligro alguno para el ser humano. Pero, hasta hoy, se desconocían las concentraciones límite que un embrión humano puede soportar, de ahí la importancia de esta investigación pionera que IVI ha llevado a cabo en un intento por seguir ofreciendo la mejor calidad asistencial y tecnológica a sus pacientes.
Según la Dra. de los Santos, “esta investigación confirma la importancia de controlar la concentración de contaminantes ambientales, que a día de hoy ya está afectando a la fertilidad de muchas mujeres a través de una disminución de la calidad ovocitaria y que incluso puede suponer un aumento en la tasa de abortos por culpa de una mayor frecuencia de alteraciones cromosómicas, tal y como IVI ha demostrado en diversas investigaciones en los últimos años”.
Según la Dra. de los Santos, “para controlar las concentraciones de partículas y contaminantes se pueden emplear filtros y presiones positivas”. En este sentido, aclara que todos los centros IVI utilizan tecnología de última generación para la purificación del aire de sus laboratorios. “Gracias a esta medida, la concentración de estos compuestos es indetectable en nuestras instalaciones”, añade la especialista.