San Pedro Garza García, Nuevo León, 12 de febrero 2015.- Con el anuncio del proyecto del Arzobispado de Monterrey para crear una exposición permanente en la ciudad de una réplica facsimilar de la Sábana Santa, se presentó la nueva novela de Gustavo Aguilar, “El secreto de Turín”, en la Universidad de Monterrey.
La historia de una estudiante mexicana que continúa una investigación iniciada por su abuelo italiano fallecido en torno a las evidencias científicas que sustentan la autenticidad del Santo Sudario fue presentada la noche del miércoles, en el Teatro UDEM.
El panel estuvo formado por el presbítero Ernesto María Caro Osorio; Luis Eugenio Espinosa González, catedrático de la UDEM; y el propio autor, con la presencia en el auditorio de monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey; y el rector Antonio J. Dieck Assad.
A propósito del manto sagrado, uno de los testimonios relacionados con la muerte de Jesucristo, Cabrera López afirmó que “la cruz es la realidad más importante del cristianismo; el papa Francisco, en su primer encuentro con cardenales, dijo que cuando no está la cruz de Cristo, la Iglesia se hace mundana, se olvida lo divino”.
Por ello, el prelado subrayó la importancia del lienzo funerario, más allá de los argumentos a favor y en contra de su autenticidad, porque remiten a la lectura de los Evangelios.
“Aunque haya cuestionamientos, siempre hay certezas; aunque haya dudas se puede llegar a la verdad; y lo más importante es animar a ver otro libro: la Escritura”, manifestó.
La encomienda de los preparativos para el facsímil fue dada al sacerdote Gerardo Charles, rector del Santuario de San Judas Tadeo, quien visitará Turín durante la exhibición pública que se hará de la Sábana Santa del 19 de abril al 29 de junio, con motivo de las fiestas de San Juan Bosco, el Santo de Turín.
Ayudado por un sacerdote legionario, Charles indagará los permisos y los pormenores del proceso para instalar la réplica de la reliquia en la ciudad.
Aunque aún no se ha designado el templo que sería sede de la exposición, Cabrera López mencionó que se ha pensado en el anexo de la Basílica del Roble o en la Basílica de Guadalupe, pero la decisión final depende del tamaño del proyecto, según sea amplio o pequeño.
Sobre su novela, Gustavo Aguilera descartó que hubiera que destacar el morbo del sufrimiento del torturado, sino hacer una lectura más allá, detrás de la evidente manifestación de amor de Jesucristo, que lo hizo capaz de crucificarse y morir por la humanidad.
“Nos hemos acostumbrado a la imagen de un hombre, Cristo, crucificado, pero la realidad de una crucifixión es de una crueldad tremenda, los niños, que son muy espontáneos, se asustan cuando captan por primera vez el hecho”, explicó.
El autor afirmó que “la cruz debe ser una firma del amor más grande; un cheque en blanco, firmado con sangre, que paga todos los pecados”.
Por su parte, José Eugenio Espinosa señaló que la novela de Aguilera es un viaje ameno que va del hoy hacia atrás, sin necesidad de largas clases de historia, sino ir “escarbando” en la “arqueología del proceso de fe”.
“La novela es viaje físicamente e invita al lector a decir: ‘quiero más’, no solo de los lugares, sino del trasfondo; es un viaje honesto que no nos dice que todo será maravilloso, sino que, en la búsqueda de la Sábana Santa en nuestras vidas, el lugar santo está al lado de basureros y de gente que hace la vida imposible”, expresó.
El catedrático estableció que el hecho de que la novela haga ver “pros y contras” enriquece, por lo que es una lección de vida y de madurez cristiana aprender que, para hallar lo mejor, es necesario “escarbar un poco”.