POLÍTICA Y GENTE

Por Pedro García

Los conservadores, así identificados por el presidente López Obrador, ya le van a mandar cargas de “caballería” convertidas en manifestaciones multitudinarias como un preludio, una preparación, del día “D”, la fecha del referéndum de la Revocación de Mandato, el año 2022, y antes, arrebatarle la mayoría en la Cámara de Diputados.

Dichas cargas serán lideradas por Claudio X. González, hijo, y Gustavo de Hoyos, el todavía presidente de la COPARMEX, Confederación de Patrones en calidad de mariscal y general de cinco estrellas, respectivamente, que ya estudian la estrategia para ocupar la plaza frente a Palacio Nacional y ponerle “Sitio” al jefe de la Nación en respuesta al desafío lanzado por el ocupante del histórico edificio, a los susodichos a que dieran la cara como los verdaderos opositores a las espaldas de FRENAA y se plantaran en el Zócalo.

Bien lo dice López Obrador, el actual es un momento estelar en la historia moderna de México. El Presidente dijo en Palacio que los líderes son X. González y De Hoyos, éste último identificado como candidato a gobernador aunque muy bien podría ser lanzado por la Iniciativa Privada como candidato a Presidente el 2024.

Los conservadores, es decir, los jefes de las corporaciones mexicanas de Monterrey y del Distrito Federal y otras regiones como Chihuahua, toman sus fierros para pelear y echar del cargo al Presidente quien se dice fiel a su destino, de suerte que, si aquellos logran movilizar a las clases media baja y media podrían desterrar el populismo y, literalmente, a López Obrador del Palacio, antes de tiempo con la posibilidad, a él sí, de formarle un Juicio Sumario y ponerle en cárcel.

Puesto así, me imagino al Zócalo en dos bandos echados para adelante: la determinación de los conservadores a deshacerse de AMLO y la plebe o el pueblo, esa masa aparentemente ya consciente de lo que más le conviene por estar políticamente desarrollada.

Será una guerra discursiva, de consignas, o una guerra para medir fuerzas entre clases sociales bien determinadas: la alta en contra de AMLO y la baja  a favor de AMLO. O una guerra cuerpo a cuerpo. Espero que ambos bandos sepan a lo que se atienen si se pasan de la raya.

Si las situación se sale de control habrá fuga de capitales y una consiguiente devaluación monstruosa, catastrófica para la estabilidad financiera del gobierno de la República y una falta de gobernabilidad, que es a lo que le tiran los enemigos del Presidente. No hay adversarios, hay enemigos, y esto lo debe tener bien claro López Obrador.

Me atrevo a pronosticar que si a las primeras de cambio el movimiento de los conservadores arrecia, la primera consecuencia sería una devaluación desequilibrante.

Agréguese que hay sectores de Morena en el Poder Legislativo que ya no respaldan a ciegas al Presidente. Estad pendientes.

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